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Note

martes, 30 de mayo de 2017

Amor, el arma secreta

Brillaste como el latido de un mar de amapolas, madre, yo lo vi.
Yo -horrible ser perfecto- nadé a la deriva de tu universo rojo y titilante.
Después me arrojaste al domo azul sabiendo que habría de caminar sobre su poso de ratas.

Mas no temas, el día del homúnculo roto llegará, madre, lo he visto. En la oscuridad conspira constante.
Contrahecho, bajo un océano de sol, escalará impertérrito la montaña de cadáveres; en la cima sonreirá como yo sonreía entre tus brazos, todo beldad, y la más ramera de las arquitecturas hallará el mismo infierno tras su muerte.

THA