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Note

domingo, 25 de octubre de 2020

HUELGA 2020 OJALÁ ME EQUIVOQUE

Esto no es un ataque gratuito al gremio en absoluto, es una exposición de razones por las que creo que la “comunidad médica” constituye el sector más anodino, endeble, y menos reivindicativo que existe a día de hoy en España; una breve radiografía pesimista de por qué el médico y resto de compañeros debe ir a la huelga, y de por qué probablemente está destinada al fracaso.

El médico es un ser que se constituye desde la individualidad, su transformación a médico no transcurre en un ambiente de comunidad real; es cierto que en la carrera se hacen grupos de prácticas, amigos, etcétera, y el periplo culmina en un examen en el que debes destacar sobre tus compañeros para poder elegir antes que ellos la especialidad que “te gusta”. Una vez que has elegido y empiezas a trabajar como MIR (médico interno residente), obviando que algunos quieren destacar por encima de otros para ser mejor considerados, conoces la carrera de ratas que es la bolsa de trabajo: ganar puntos publicando, haciendo cursos, tesis, máster de 4000 euros y etcétera para que cuando salgas del MIR estés situado en la bolsa por delante de tus compañeros (no consigues una plaza directamente cuando terminas el MIR//creencia extendida en la población no sanitaria, supongo porque antiguamente sería así) y te puedan llamar antes para ofertarte un miserable contrato de un mes en un pueblo a 80 km de donde vives.

Un apunte: un curso de varios fines de semana on-line que cuesta 120 euros y se aprueba con el esfuerzo de soltar básicamente los 120 euros, puntúa más en la bolsa que una publicación en una revista de impacto (revista internacional relevante en la comunidad científica): ¿cómo queremos que la medicina se convierta en un espacio de investigación y ciencia, premiando lo mediocre, sabéis lo que cuesta publicar un artículo en una revista de impacto?

Así que es normal que en el ADN del médico se encuentre el gen del individualismo.

El médico, los enfermeros, técnicos tenemos a mano la maquinaria: si te sucede algo, el mismo día te puede echar un ojo un colega, hacerte una prueba de imagen o un análisis de orina, faltaría más, pero esto también te puede deformar el punto de vista de cómo funciona realmente el sistema público de salud: se nos olvida que así no funciona para todos y hasta que un familiar no sufre las consecuencias de ser mal atendido, no nos enteramos. Porque no hay una conciencia colectiva, porque ésa empatía de la que tanto se habla y se larga en la consulta: “si, si, entiendo por lo que pasa”, es realmente una muletilla para calmarle un poco: todo el mundo sabe que puedes ser educado, cálido en el trato… pero no puedes saber por lo que pasa nadie porque tú no eres esa persona ni sus circunstancias (principal razón evidentísima). ¿Qué hay que reivindicar si lo tengo todo a mano, si a mi me funciona?

Dicho esto, el médico siente una presión social e hipocrática de responsabilidad para con el paciente, con el que tiene un pacto de buena praxis. Justo esto le otorga al médico, aunque cada vez su figura se ve más deteriorada o deformada, un estatus superior, respetado en los medios de comunicación, un ser casi en las nubes, que no digo que esté mal porque es un trabajo de cara al público con el público más complejo, pero es lo que le faltaba al ser individualista y narcisista (los hay numerosos) que va por delante de sus compañeros: que lo sitúen en las nubes.

Vale, pero es que no estamos en las nubes, ni somos los mejores porque en realidad nuestras condiciones laborales son deficitarias, la estructura es deficitaria por culpa de la política irresponsable (basta ya de decir eso de que soy apolítico, la política no me importa, me suda un pijo…) con menos empleados de los que necesita un servicio para que funcione correctamente, esto es, para que pueda asumir una cantidad de pacientes con la calidad que se merecen, lo que origina vicios endémicos organizativos. Porque los horarios son inhumanos en lo que respecta sobre todo al trabajo en urgencias. Si el médico no tiene ni idea por lo que está pasando el paciente porque no puede, el no médico no sabe lo que es trabajar 24 horas en urgencias (ejemplo de vicio endémico) por la misma razón. Trabajar con el público más complejo (preocupado, dolorido, malhumorado, demandante e irrespetuoso alguna vez, al borde de la muerte y por qué no decirlo: contagioso) durante 24 horas y hacerlo bien es casi imposible: ¿por qué se libra 24 horas únicamente tras una jornada de este calibre, cuando en la mayoría de sectores gozan de un descanso hasta de 5 días consecutivos? ¿Pero qué es esto? ¿Qué significa que por real decreto se pueda contratar a personal sin formación especializada? ¿Qué significa que el médico tenga un sueldo base de 1000 euros? ¿Para qué voy a repetir los contratos que se ofrecen y para qué recalcar que alguien no consigue una plaza fija hasta pasados aproximadamente los 40 años y por lo tanto más de 20 años dedicados a la profesión?

Son muchas más las razones por las que los residentes y el resto de médicos se encuentran en condiciones deplorables respecto a lo que merecen, razones que en realidad están ahí casi de siempre. A los veteranos de la medicina que dicen eso de: “cuando yo era joven no libraba las guardias” como dejando caer que la situación es más que decente, que sepan que están superados por completo, rebasados, en su alrededor se ha cerrado un círculo; es decir, que no hay contra-frase posible, silencio como mucho.

Hoy corren tiempos de crispación política e ideologías que nos polarizan brutalmente, pero la salud es un ámbito en el que todos evidenciamos su descuido, como un hogar que se deja de habitar, en el que se deja de invertir. Las consecuencias son un sistema de salud cogido con pinzas para que funcione con lo justo, lleno de parches, frágil, mediocre, con una calidad asistencial menguante, conformado por profesionales competentes pero cansados (hay recordar aquí que el sector sanitario es el que presenta mayor absentismo laboral en el último informe del 2020) y desmotivados.

Podemos reunirnos los amigos la enésima vez a beber cerveza y decir que es el momento para reivindicarnos, que tenemos fuerza para cambiar las cosas, ahora que nuestro trabajo es más reconocido que nunca… pero el cielo se nos cae encima cuando recordamos al llegar a casa que hay que pagar la escuela privada de los críos y las dos hipotecas y lloramos amargamente con los ojos secos. Pero no son los críos y las hipotecas: es que te importa una mierda mejorar la calidad asistencial (¿dónde está el compromiso?) y tus condiciones laborales (¿dónde está la inteligencia?) a cambio de cobrar un poco menos por un pequeño período de tiempo.

Y esto es lo que genera una sociedad individualista (aquí es donde no está el compromiso) y narcisista (aquí la falta de inteligencia al amputar cualquier punto de vista exógeno) que cree que vive bien y está bien situada en un lugar inmejorable cercano a las nubes.

THA