elefantes

elefantes
Note

lunes, 26 de diciembre de 2016

BIG BANG

Llegué a la playa. Jordi estaba con su novia Blanca y una amiga de ella, Mercedes: una chica con la piel de chocolate. Me senté al lado de Mercedes y hablamos unos 15 minutos, cuando, se levantó y caminó hacia la orilla; la escena me produjo vértigo: de su fina y fuerte espalda baja, crecían formidables dos nalgas morenas que al pisar la arena, vibraban en el fino tanga amarillo (marco incomparable ese tanga); sin titubear se lanzó de cabeza al mar y nadó con estilo unos metros. Al volver, Mercedes se disculpó por derramar algunas gotas sobre mi hombro izquierdo, sin saber, que era lo mejor que me pasaba en meses.
-¿Tú no te bañas? Dijo escurriéndose la mata de pelo negro.
-Ahora voy. Me miró entonces, con sus ojos negros, (arpones letales) tan negros y brillantes como los que ya no encuentras. Lentamente y atisbando en mi cara, la plena hilaridad, paseó su pelo por mi hombro y añadió:
-¿Ves? El agua está buenísima.
-Ya… Y el agua también. Ella me correspondió con una sonrisa porque en absoluto sonó obsceno. Me levanté, la arena quemaba y caminé sobre las diminutas huellas de sus pies. A la orilla llegué sin caerme del susto: podría haber pasado perfectamente.

En ese momento se me ocurrió una frase: Si alguna vez tuviste un fuerte apetito sexual, no te preocupes, volverá, porque todo vuelve. Y este pensamiento me llevó a otro.
La historia se repite, la historia del hombre. Hoy se lucha por la equidad, la destrucción del machismo, la derrota del patriarcado; nuestros días pretenden asestar el golpe definitivo, que quiebre la estructura marmolea, ya fisurada.

Yo también me lancé de cabeza al agua, atento a ese momento, en el que el motor de la tierra se apaga, en el que todo parece detenerse y tu cuerpo sufre el impacto del ensordecedor lenguaje del mar.

Pienso que el mundo en manos de la mujer, sería un mundo más funcional, menos cruento, mejor; pero la historia universal contradice mi punto de vista: el ser humano se corrompe con el poder; por ende, la mujer dirigirá al mundo, y se torcerá la mujer y el mundo.
Todo vuelve, volverá el hombre y estos caerán nuevamente. Esto no es nihilista en absoluto; hago hincapié en que todo volverá a suceder, pero no de forma cíclica: nada se repite con las mismas coordenadas, ni con la misma energía. La historia no orbita sino que va y viene; es una goma elástica anclada a un centro mágico –el equilibrio, la belleza, como quieras llamarlo- que recorre con fuerza la distancia de un extremo a otro. Lo positivo: cada vez la goma se estira menos.
La goma avanza de un extremo a otro porque el ser humano no conoce otra manera de desarrollarse; y así, es lógico que a un individuo de carácter sosegado y pensamiento paciente, se le tache de utópico. Y yo creo que sucede porque nuestras vidas son efímeras respecto del mundo: la injusticia y la fealdad de la insostenible insensatez, agobia al ser humano; este quiere solucionarlo todo en una vida y advierte que no es suficiente con una sola. Esto provoca el arrebato, la precipitación, el avance hasta el extremo del hombre, que ve inadmisible no poder cambiarlo todo en un gesto genial. Desde el extremo, comienza el lento retroceder, donde abunda la desidia y el pesado trabajo de deshacer inmensas estructuras mal construidas.  
Un régimen se erige, finalmente fracasa, los acomodados quieren permanecer y los malditos, que son los malditos de siempre, se rebelan de forma intempestiva, orgullosa y sedienta de sangre.
 Los maestros, al igual que los médicos, gozaron de respeto durante mucho tiempo. Pero la sociedad evoluciona y como siempre pasa, y creo también necesario, se duda de lo establecido. Puedo decir, en comparación con la losa que suponen miles de años, que de la noche a la mañana el arte y la importancia del maestro se pone en entre dicho, de una forma brutal; igual pasa con el médico; peor suerte sufre el sacerdote, que expira con agonía su última diatriba; se destruye al anciano que parece un estorbo, cuando son pozos de sabiduría y creadores de nuestro presente.  
Todo parece un movimiento brutalmente cateto, vuelve a imperar el hediondo hedonismo, en el que se confunde el carpe diem con el pan y circo, en el que una persona solo puede sentir vergüenza ajena. Pero así funcionamos: de la comprensión, a la radical y patética oposición.
Hoy la goma elástica, tras el jalón enfermizo que le hemos imprimido, nos ha llevado hasta el otro extremo; no obstante, el centro mágico se encargará del retroceso.

Un día, y llegará ese día, la goma elástica permanecerá en el centro, sin energía, y la historia universal penetrará sobre sí misma para hacerse pedazos.

Y tú dices: una mierda, con Mercedes al lado no pudiste pensar en todo esto.
No te voy a quitar la razón.

THA

miércoles, 14 de diciembre de 2016

DIAS AZULES

¿Un camello azul, que has visto a un camello azul?
Qué tal si te dijera, que yo lo vi mucho antes que tú y que nadie. Lo vi beber del mar muerto, litros ingentes de sal; cruzar toda Mongolia a galope; erguirse ante un Mehmed impávido, antes de que este llegase a Constantinopla con sus descomunales cañones de bronce; y lo vi pasear en círculos alrededor del ciego Borges, mientras este no hallaba su rostro reflejado en el Aleph. ¿Si te dijera que yo he sido ese animal enigmático durante largo tiempo? También sé, por ejemplo, que don Emilio Alcácer Cortés, tu bisabuelo, el médico bienamado de un pueblo extremeño, maltrató a su mujer día sí, día también y que a pesar de ello, era bienamado...
La hemorragia de cien océanos cubre el cielo de un azul intenso, metálico; allá, el jaloque tiñe terroso, con arena del Sahara, el margen de la mole. No, no se trata de oscuras artes, más bien, lo contrario; hoy, la luz que lo atraviesa todo, revela el secreto más inextricable. Yo también he visto al camello azul y a ti, a través de sus ojos.

THA