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Note

domingo, 8 de septiembre de 2019

MARVIN

Un día abrirán todos tus cajones, yo no estaré delante, ahora sólo busco algo con lo que rasgar el papel. No soy parco en palabras, a veces simplemente no me interesa la conversación, al igual que no soy aburrido; lo que no quiero es ser oscuro, ya no.

Hay una telaraña en el retrovisor izquierdo de mi coche y cuando lo lavo la reviento; pero a las dos horas vuelve a aparecer (no es una metáfora, en el fondo odio la poesía).
Por el centro la telaraña es concéntrica, en los extremos se vuelve casi sólida. Hace unos días vi la pata de un saltamontes colgando de un hilo roto, y otro día el cuerno de un escarabajo.

Era un lunes maravilloso de verano y esperaba en el coche mi turno para pasar al aparcamiento del hospital; sonaba la versión corta de Time After Time de Chet Baker cuando una avispa chocó contra la ventana y cayó aturdida justo en el centro de la telaraña. Entonces conocí a Marvin, apareció con dificultad por el estrecho hueco del margen superior del espejo, horripilante, marrón. La avispa atrapada sacó el aguijón y lo lanzó en todas las direcciones, Marvin comenzó a lanzar hilos a la cara de la avispa, al cuello y a la cara otra vez, como si se tratara de una danza golpeó el cuerpo de la avispa con sus patas, desde la distancia… Le llenó la cara de telaraña hasta que la avispa quedó completamente inmóvil. Marvin se acercó lentamente por la espalda de la avispa y la abrazó con fuerza hasta partirla en dos mitades. Marvin movió el culo negro y escaló lenta y horripilante hasta el hueco superior del retrovisor; a medio camino giró la cabeza y me miró, le sonreí, sé que me haría lo mismo si pudiera. Desde el hueco jaló los hilos, invisibles para mí, que envolvían el cuerpo de la avispa que ascendió hasta desaparecer tras el espejo.

Marvin vive en mi espejo retrovisor, desde hace meses. No volveré a lavar esa esquina, ¿quién soy yo? Si por el centro de la telaraña puedo ver con nitidez.

Al salir del hospital recogí a mi hermano y le conté la historia de Marvin. Marvin por Marvin Hagler, el mejor boxeador de todos los tiempos. Fuimos al Portús, nadé un rato, vi unas cuantas medusas pero pensé, irracionalmente, que Marvin me abandonaría si se enterase de que unas pocas medusas me habían impedido nadar, así que nadé, fuerte.
THA