Hoy es un día raro al sureste de la península. Llueve. Al filo del ocaso aparece el sol: grande, pulido metal de ámbar, golpea la ciudad a ras y convierte en oro la fachada del viejo Hospital militar donde nací, los dátiles de las palmeras, la corona radiada del cardo austero, la espiga agitada de las cañas de la rambla. Nada es de aquí, ni yo si quiera.
THA
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