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Note

martes, 7 de abril de 2020

ASUNTO NUESTRO

Hace tiempo que soy un gran perdedor. Me vanaglorio de ello porque cuando pierdo, pierdo de verdad. El sabor de la derrota es más intenso. No entiendo a los que ponen excusas.

El gobierno tiene todas las papeletas para perder, al parecer todo el mundo lo habría hecho mejor y antes; aunque suena temerario porque nadie ha estado en esta situación jamás. Es muy arriesgado hablar. Un ejemplo: Ayuso es la que solicitó la partida de material sanitario de cuyos aviones se sabe poco, y no el gobierno, pero el gobierno es el estafado y el que no se entera de nada. Por cierto, Inglaterra y una larga lista de países también han sido estafados. Esto pasa por delegar la producción de ciertos productos a grandes potencias como China, la principal productora de mascarillas, esterillas y satisfyer… ¿cómo iban a producir todo esto para el resto del mundo si la maquinaria china estaba confinada en casa? Deberíamos controlar parte de esa producción, se ha visto que no podemos depender tanto.

Se supone que el gobierno es en gran medida responsable de muchas muertes, ese no debe ser un peso ligero, tampoco soy capaz de empatizar. Empatizar es algo sobrenatural, tan sobrenatural que Word lo remarca como un error ortográfico, quizá no exista realmente el verbo. Lo que está claro es que España no ha sabido responder a tiempo teniendo a los vecinos espaguetis en aquél percal, sin contar con la “ingente” información de China y Corea del Sur… ¿Hablamos de Portugal? La vecina Portugal se ha anticipado bastante a nosotros, lo ha hecho muy bien. Algunas veces hay que hacer un ejercicio de conciencia de que están ahí, confinados al oeste, esos vende-toallas que hablan muy bien el inglés entre otras lenguas. ¿Necesitábamos las barbas de más vecinos? ¿Necesitábamos recordar que lo que le ocurre a otro no nos debe dar igual?
Lees un poco y entiendes por qué Asia ha controlado la expansión del virus: recortando las libertades de la ciudadanía, la cual “vive” en un Gran-Hermano. China dispone en sus calles de 200 millones de cámaras digitales de alta resolución que son capaces de reconocerte por los lunares de la cara, apps de geolocalización, etc. (Byun Chun-ElPais). Por cierto, ¿qué pasaría si nuestro gobierno impone un control similar? Espero que no suceda. Solo pensar en esa situación es deprimente, me dice un amigo.

España es grande, quizá no. A las 20:00 se aplaude y se escucha el Dúo Dinámico en los balcones pero no es porque España sea grande; se aplaude a unos determinados trabajadores como los sanitarios, cajeros de supermercados, etc. que están dando el callo mientras el resto está en casa. Ellos salvan vidas, nada nuevo, pero resulta que ahora lo hacen bajo insuficientes medidas de protección frente al virus y por lo tanto exponen sus vidas y las de sus familiares al volver a casa. Se escucha eso de héroes de bata blanca. Ojalá la valentía no saliese tan cara, como canta Sabina en su: Noches de Boda…. La valentía les ha salido cara a algunos profesionales. Hasta que no muere un familiar no entiendes por qué no puedes ir a La Manga en Semana Santa; hasta que no llevas 8 días intubado al borde de la muerte y acabas saliendo del hospital, no valoras a los médicos y resto del equipo que has infectado más que probablemente. Y aún así la memoria se borra rápido. ¿La empatía es algo sobrenatural? No es algo natural desde luego, pero se puede ejercitar. ¿Recordaremos que la sanidad se ha de cuidar, que es un bien en el que hay que invertir, recordará el sanitario que ha de luchar por sus condiciones laborales si el estado no lo hace por ellos, recordarán que aplaudían los que les aplaudían cuando llegue el momento? ¿Recordaremos a nuestros ancianos que se han quebrado como hojas secas en las residencias, esas personas por las que estamos aquí? En ocasiones por los que seguimos aquí, los que nos rescataron cuando no había un duro: las pensiones de nuestros mayores nos rescataron a muchos. Si los reyes magos son los padres, los bancos son los abuelos. ¿Recordaremos que hay un sector de trabajadores que de repente son esenciales, como las bolivianas que cuidan de nuestros abuelos, que muchas tienen contratos basura?, no olvidemos que a la vez que son esenciales son apestadas.

¿España es grande? ¿Pero qué es España? Dicen que los políticos son fiel reflejo de la sociedad.
Todo el mundo sospechaba que los políticos mienten, que interpretan un papel o que nos leen en alto, escritos de otros; que a veces tienen que tomar omeprazol antes de abrir la boca pero, ¿todas esas mentiras son necesarias en este momento tan delicado? Han pasado de decir verdades a medias a mentiras netas. Hasta que el virus no ha reventado, nada iba mal, hasta que no han reventado los hospitales, el virus estaba controlado por los sanitarios. Aunque tengo claro que hay mucha gente que no está preparada para escuchar ciertas crudezas, como son ciertas realidades. ¿Y la oposición, está valiendo para algo? Vale, pero tiene que poner la voluntad, presionar con ideas valiosas, si no lo hace es cómplice en negligencias del gobierno y ha de cumplir la misma condena. Porque todos tienen responsabilidad. Como dice Iñaki Gabilondo, la política no nos deja ser una masa unida por algo, aunque sea por la debacle. Los españoles estamos rotos, somos una familia rota de siempre: nos chantajeamos, nos vomitamos continuos reproches en vez de estar unidos en la adversidad, y eso es por la política y por lo políticos, porque cuando se faltan el respeto, de forma directa aunque “inconsciente”, hacen que nos faltemos el respeto; cuando dicen estupideces, nos hacen sentir estúpidos y así etcéteramente. Es patético ese cainismo que caracteriza al español, ése deleznable y hediondo revanchismo de los que no saben perder. Todo esto es patético. ¿España es grande? Desde luego la política no, creo que ha llegado el momento de exigir otra política. Exigir. De alguna manera. Política de altura.

Hablemos de prevención, de advertencias. Iker Jiménez advirtió, antes de que lo hiciese el gobierno ni la oposición, que el COVID no era asunto baladí. Lo llamaron y re-entrevistaron en un programa de radio. Antes de que Iker hablase, una tercera persona del programa y en directo se refirió a él como “el de los muertos” (ése es el nivel). Luego habló Iker y el entrevistador. Al tercero no se le escuchó más, supongo que por vergüenza torera al descubrir su nivel de cuñadismo y la solidez de “el de los muertos”; no obstante, ¿quién no es, aunque sea por deporte, un cuñado alguna vez?
Qué íbamos a prevenir si el poder económico no quiere la prevención: prevenir no hace dinero, no contribuye al valor de los accionistas, se necesita el riesgo, si previenes no vendes fármacos, pero si previenes evitas la destrucción del Amazonas, la destrucción de nuestro Mar Menor. ¿Qué va a prevenir Bolivia, Ecuador, o los refugiados de Lesvos? Como mucho cavar tumbas. Existen otras realidades. Hay lugares en los que la realidad es más cruda, lugares donde El Hambre mata mucho más que el coronavirus, pero esta vez nos ha tocado a Europa, al hombre blanco. ¿Recordaremos todo esto aunque sea a través de la muerte de los nuestros, recuerda alguien lo bien que se está sin dolor de estómago? ¿Recordaremos el cielo limpio de estos días, los cervatillos bañándose en la playa, recordaremos el Himalaya limpio de cadáveres y el agua cristalina de la Barceloneta?

En EEUU hablan de Pearl-Harbour, se refieren al problema en una jerga bélica que huele a alcanfor. El poder quiere convencernos de que existe un enemigo, pero lo único que ha hecho el coronavirus, más allá del dolor inevitable, es un tac-computerizado de nuestra sociedad enferma. Mucha capacidad para consumir Amazon, pero pilares tan importantes como la educación, la sanidad, la justicia e investigación, se encuentran escuálidos y tambaleantes. ¿Es lo que queremos? Es demasiado el opio que estamos tomando para no darnos cuenta.
Dicen que cambiarán muchas cosas después de la crisis. Cuando salgamos a la calle y nos miremos, ¿recordaremos algo?

“Sin progreso moral, no hay verdadero progreso” Markus Gabriel.

THA

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