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Note

domingo, 21 de enero de 2024

PROPÓSITO DE AÑO NUEVO

Acercó su rostro lo que pudo, de manera que al articular ciertas palabras rozaba con sus labios la cara de la joven. Él, de 50 años, un ser ya carlancúo, estaba convencido que enarbolaba una conversación insuperable, la cocaína elevaba su confianza, lo envalentonaba; pero también le provocaba un chorreo continuo por un agujero de la nariz. Ora sorbía por la fosa, ora retiraba el líquido incesante con la manga de la camisa. Cual automóvil se cubre de gotas por el rocío, el rostro de la chica, la cual impresionaba ebria, iba acumulando los salivazos que el hombre le catapultaba: sus encías inflamadas anticipaban un hálito a dragón de Komodo (lagarto más pesado de la Tierra). No me extrañaría que al día siguiente ella despertara con el rostro sustituido por un habón a tensión. El hombre era formidablemente turricéfalo, un cráneo portaaviones en cuya frente y barba derecha moraban una serie de lunares abombados de los que se proyectaban al azar y al infinito: pelos negros de grueso calibre. Tal esperpento fue para mi alma, que minutos antes de las campanadas cambié mi propósito de año nuevo por un nuevo propósito de vida: jamás parecerme a ese asqueroso boomer. 


THA

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