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Note

jueves, 2 de marzo de 2017

LA ESPIRAL NO RECORRE CAMINOS ANTIGUOS

Nuestra primera calle. Parte I
Es de noche. En la calle no hay un alma y el mar ronronea lejano: a nuestros pies, al frente, a nuestra espalda… El mar nos rodea. Una hilera de coches cubiertos de escarcha duermen en la calle, y es un Citroen Saxo blanco mi testigo más fuerte. Me separo un momento y te miro; tu pelo amarillo se esparce como la yema de un huevo sobre el capó, sonríes, y tus ojos brillan como ametralladoras en una noche de guerra interminable. Me juego la vida que no recuerdas nuestro primer beso con tanto detalle.
Nuestra última calle. Parte II
Es medio día de un día de Junio; te doy un sobre con una carta y unas fotos de nosotros, sonriendo, besándonos: tenemos 20 maravillosos años. Me despido como si nada y subes a una furgoneta blanca; resulta que es la calle de la primera parte. Tras de ti se cierra la puerta corredera; la furgoneta se pone en marcha, lentamente se hace pequeña, a lo lejos frena, dobla la esquina y desaparece. La calle está llena de gente pero no escucho nada, estoy solo, suspendido en una dimensión sorda y vacía. Doy dos pasos torpes, me tiembla todo; me siento en el bordillo de una acera y un golpe me saca todo el aire de dentro; mi cara se arruga, la cubro con las manos pero el llanto es incoercible y las lágrimas se abren paso entre los dedos. Jamás he llorado así, como una regadera.
Perdona que a veces lo recuerde todo, para mí las dos partes fueron magníficas, de una belleza muy poco superable, de una inocencia irrecuperable, de un nosotros ya intangible.
THA

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