Sucede algo en aquellas lajas rojizas del acantilado: los días de luna llena reflejan un rayo exacto sobre el agua. He buceado la zona muchas veces, pero es de noche y durante la luna llena cuando se muestra: el tesoro que no brilla.
Los días de tristeza y pánico me llevan a él, también los de dicha y sosiego, porque el tesoro domina el lenguaje universal del abrazo, después del cual el alma vuelve a su cauce; quizá trás saltar a un cielo vacío de estrellas o tras ser atomizado en la totalidad.
Su existencia es mi patria: no soy de otro lugar del mundo que de ese rincón aparente, esa puerta que silenciosa se abre en la roca bajo el agua.
Si supiera qué es, qué forma tiene y de qué está hecho... Da igual, lo importante es que esta tarde nos veremos.
Sublime, feroz, heroína.
THA
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