Al día siguiente del encuentro con un ángel todavía sentía sus manos por mi cara por mi pelo, su fragancia la hice mía. Esas manos que cada vez que me tocan dejan su impresión para siempre.
Ella no viene del cielo pero trae una brisa que me ayuda, que me columpia y me hace vivir en este verano de oro austero.
Yo no puedo tocarla y tampoco besarla como quiero, es un ángel y es luna, no es mi luna. A veces desaparezco, pienso, quizás me olvide quizás se borre la huella pero... vuelvo y ahí está... no quiero mirarla, rehuso, pero no es suficiente y me rindo ante su cámara, ¡qué ojos tiene la luna! podría nadar en ellos y ahogarme en el tiempo.
Eres el cúlmen de la presencia, matrícula natural, eterna y letal en tu mirar. Construyes cuando caminas, (vaivén de amor cálido y buenas intenciones) una senda que mataría por andarla, que venga el que hizo esto contigo y ponga orden absoluto si no hay más que orden en tus andares y curvas... imperando al horizonte y arriba tu mar caoba mezcla de miel y cobre fundido, de belleza inalcanzable.
Por tus muñecas magia por tu lengua pólvora cuando tus manos tocan, cuando tu boca sacias.
Tu sonrisa es un oásis y necesario en tu equilibrio para con el fuego que de tu cuerpo emanas.
Luna ámbar déjame decirte que soy un lobo bueno y que ando huérfano de luna que me gustas que estaré aquí todas las noches, en el mismo sitio, voy a aullar fuerte una vez por noche cuando el mar duerma y el viento se calle.
Estoy seguro, si tuviese un segundo antes de morir aullaría tu nombre.
THA
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